PATRICIOS PLEBEYOS |
Introducción
El Conflicto de los Ordenes, a veces llamado la Lucha de los Ordenes, refiere a una serie de eventos y tensiones sociales entre plebeyos y patricios que se elevaron por más de dos siglos, llevando como resultado a la eliminación de las desigualdades políticas entre una clase y otra. No obstante la humanidad es un sistema orgánico extremadamente complejo y ambiguo, y Roma no fue la excepción a ésta regla. Lo que a simple vista aparenta ser el lógico deseo de una clase socialmente inferior a adquirir los mismos derechos representativos que la élite posee, internamente fue, en gran parte, también una puja de intereses entre los ciudadanos plebeyos, pero ricos, sin acceso al poder por no pertenecer a la élite tradicional de Roma, contra ésta misma elite que trataba de proteger su status político evitando a toda costa el ingreso foráneo a las altas oficinas y esferas de la política Romana.
Si bien actualmente hay un considerable discusión en torno a lo veraz de ciertas instancias del conflicto, en el artículo a continuación hablaremos sobre los eventos de la manera en que más aceptados son hoy en día.
Características y desencadenantes de los conflictos
Titio Livio en su trabajo ROMA. AB VRBE CONDITA nos da una visión general del nacimiento de la República. Aquí podemos ver a través de un colorido relato una historia digna del drama más intrincado y pasional que podamos imaginar. Los hechos y eventos que llevaron a los patricios, los descendientes de los primeros habitantes de Roma -la rama de la palabra patricii proviene de pater, padre en Latín-, luego de tomar el poder de las manos de los Monrcs a también tomar el control del acceso a las instituciones y oficinas públicas. Dicha estrategia es concretada de manera cortante y sonante, es decir, limitando el ingreso a las magistraturas y cargos elevados sólo a la clase patricia. Nos encontramos entonces con que para ingresar a las altas esferas de la política Romana sólo importaba la sangre y el nombre del aspirante, no así sus méritos o riquezas. Singular estratagema dejaría excluida a la gran mayoría de la población, los plebeyos. Semejante falta de representación conllevaba consigo varios abusos, como por ejemplo el favorecimiento de los patricios ante los litigios y en la repartición de tierras obtenids en los territorios conquistados.
Sin embargo haremos una pausa aquí para definir la situación más en profundidad. El ser plebeyo no significaba ser pobre, de hecho, algunos plebeyos eran poderosos comerciantes o terratenientes que contaban con un caudal de dinero muy superior al de muchos patricios. Este tipo de plebeyos eran los que pujaban por el derecho a poder participar en las magistraturas y oficinas. Por otro lado los plebeyos pobres, y en menor medida los de clase media, tenían otros problemas que les acarreaban mayores preocupaciones, como por ejemplo las fuertes deudas y las duras penas impuestas a quien no pudiera pagarlas. Esto se daba representado en el Nexum -recurso que permitía tener propiedad servil sobre un deudor-. Si bien legalmente la figura era la de un "sirviente" en realidad se convertían literalmente en esclavos. La injusta repartición de tierras, obtenidas gracias a las conquistas territoriales de Roma, era también un tema que lograba quemar la paciencia del plebeyo más calmo de todos. Ya que las tierras eran repartidas en excesivo favor hacia los senadores, a pesar de que se le estaba prohibido recibir tierras estatales durante su mandato, y a otros poderosos o ricos terratenientes que monopolizaban la obtención de territorios. Qué tan grandes eran éstas injusticias podemos observarlo en una de las primeras decisiones tomadas por la joven y patricia cabeza de gobierno de la Roma Republicana. Ya que ésta consistió en revocar las distribuciones de tierras a los pobres hechas por los Tarquino -últimos Reyes Romanos-, que otorgaban grandes cantidades de tierra cultivable en los territorios conquistados a los ciudadanos más económicamente desfavorecidos. Esta medida llevó a que miles de pequeños propietarios vieran sus únicas posesiones confiscadas, viéndose así obligados a volver a Roma en busca de un trabajo. Sin embargo al llegar a Roma se encontraban con que las monumentales construcciones llevadas a cabo por los Reyes ya no eran una prioridad del nuevo sistema de gobierno Republicano, joven e inexperto, y muchos de éstos terminaban convirtiéndose en sirvientes, o en el peor de los casos, en esclavos de ciudadanos más ricos que se aprovechaban de su desesperada situación.
También, y esto es algo de significante importancia, existía una falta de codificación escrita de las leyes. La ley oral y religiosa, es decir la justicia teológica, permitía reinterpretaciones y adaptaciones unilaterales de las normas, normas que generalmente favorecían a unos y perjudicaban a otros. Sería la lucha por la codificación un codex legal escrito otra las grandes pujas sociales de la plebe Romana.
No obstante nos encontramos con que existía una especie de camuflaje en el sistema político para ocultar la falta de representación, esto se daba en los Comicios Centuriados. Estas agrupaciones de votantes, heredada de los tiempos de la Monarquía, dividía a la ciudad en grupos de votantes que elegían representantes y leyes necesarias. Pero como hemos dicho era solo un camuflje o una máscara para ocultar la unilateralidad del manejo político. La comicia más elevada, a la que pertenecían los patricios, contaba con mayor cantidad de votos -que se daban no por cantidad de personas sino por valor social, es decir, el voto valía más- que todas las otras comicias juntas. Dejándolas carentes de representación y faltos de voz.
El estallido social y los primeros conflictos
Uno de los relatos populares aceptado durante mucho tiempo, pero que actualmente se lo cataloga en el territorio de leyenda o de relato colorido de los sucesos, nos comenta que el desencadenante de los eventos fue aproximadamente cerca del año 494 ac. Roma, que había perdido la mayor parte de los territorios conquistados durante la Monarquía, y se había visto obligada a ser un miembro más de la Liga Latina, no se encontraba en un situación tampoco prometedora a causa de las nuevas amenazas provenientes del Norte.
El relato comenta que el desencadenante ocurre cuando el Cónsul de dicho año se encontraba reclutando hombres para luchar contra los Volscos. Repentinamente un fornido hombre, de mediana edad, subiéndose a una especie de tarima le ofrece al público presente un relato de su vida al servicio de Roma, cuenta como había luchado toda su vida para la República, valientemente en casi más 30 batallas, y como al retornar a su hogar tras la guerra se encuentra con que sus propiedadeshabían sido arrebatadas. Abandonado por el gobierno de Roma al que tan fielmente había servido, debe terminar en la miseria siendo un mero esclavo al servicio de un patrón ingrato. La población que se encontraba presente escuchando el relato de dicho hombre sintió un gran rencor por lo sucedido, y tras varias revueltas y levantmientos decide hacer una secessio -una especie de retiro pacífico- y refugiarse en una colina cercana fuera de la ciudad a 5 kilometros de Roma. Es muy difícil que ésta historia del hombre desafortunado levantando la compasión y el fervor popular sea cierta, pero si es cierto que en esa fecha ocurrió un estallido social que llevó a Roma a una gran crisis y levantamiento social. También es muy improbable que los ciudadanos se retiraran, literalmente, al Monte Sacro en las afueras de la ciudad, ya que Roma se encontraba en guerra no solo contra los Volscos sino que hordas de Ecuos bajaban de los Alpes con rumbo al Sur. Lo más probable es que el estallido se diera a manera de una huelga social masiva, algo que la joven y tambaleante República no podía soportar por mucho tiempo, y razón única por la que, muy a su pesar, los patricios se vieran obligados a negociar.
Tras un notable número de embajadores rechazados por los representantes de la plebe, que literalmente estaban formando un estado paralelo, remotamente basado en la República misma, donde las decisiones eran tomadas en base a las tribus -barrios- y organizadas por los Tribunos -de aquí la designación Tribuno: de las tribus- el poder de Roma en manos de los patricios comenzaba a tambalear, producto de las crisis externas e internas que azotaban el panorama político Romano. La única solución era comenzar a tomar en serio los reclamos de los plebeyos y negociar de una vez por todas una salida pronta a la crisis. Es por ésto que envían a Menenio Agripa, embajador de mucho carisma quien, tras una breve introducción, le relata a los plebeyos agrupados en el monte la famosa historia del hombre cuyas extremidades, en disputa con el estómago, se habían negado a procurarle los medios para conseguir el alimento; muriendo de hambre éstas mismas junto con el estómago al que tanto odiaban. Pero los plebeyos, conscientes de los abusos y desigualdades que sufrían a manos del patriciado, responden que preferían morir bajo las espadas de los Volscos que seguir viviendo en tan pésimas condiciones, esclavos en su tierra natal misma. El Senado, al borde de la desesperación, toma la medida de cancelar las deudas contraídas y de liberar a los esclavos. Además de esto, y más importante aun, se concede que la plebe pueda elegir a sus propios magistrados: Los Tribunos de la Plebe, cuya misión sería la de proteger a los plebeyos y velar por sus derechos. A los Tribunos, a su vez, se les permitía contar con tres Ediles que les asistieran en sus tareas.
Habiendo retornado los plebeyos, quienes además de ser los trabajadores que construían y mantenían los edificios en Roma y los campesinos que la alimentaban eran también los soldados que la protegían. Es entonces que el Senado puede, de una vez por todas, armar un ejército para eliminar la amenaza Volsaca y Ecua. La guerra sería vital, de hecho la supervivencia misma de Roma estaría en juego, y duraría 6 décadas.
Sin embargo, y a pesar de la nueva representación obtenida, la desigualdad era aun palpable. Sobretodo en el terreno legal donde los jueces podían interpretar las leyes a gusto y placer ya que, literalmente, éstas no existían. Una nueva lucha interna, que se tradujo en fuertes revueltas, comienza cuando los plebeyos, cansados de los atropellos, se amotinan pidiendo que la interpretación de las leyes deje de ser religiosa, ya que eran los oráculos y los sacerdotes, de los diferentes Dioses, quienes interpretaban las leyes. El reclamo constaba, principalmente, en que la ley pase a ser un sistema codificado y establecido. Logrando así que cada uno supiera cuales eran sus derechos, y también deberes, de antemano y no en el momento de ser enjuiciados. Igual de importante aun, una estructuración de penas justas y coherentes. Como es lógico asumir el orden de los patricios se negó rotundamente en un principio, como no iban a hacerlo, los sacerdotes y magistrados eran patricios. Tras un nueva cantidad de revueltas y el peligro en puerta que traían los Volseos, Ecuos, Galos e incluso los Veientos el Senado envía una misión a Grecia para estudiar el sistema legal de Solón. Al volver ésta misión se nombra una comisión de Decenviros, quienes, con el tristemente celebre Apio Claudio a la cabeza, se encargan de construir y codificar la base legal y pública del sistema legal Romano. Sistema de leyes, que como todos sabemos, será la base de sistema legal que utilizamos en la actualidad en el mundo Occidental.
Medidas tomadas a lo largo de los años
Como mencionamos en la introducción este no fue un solo conflicto sino que fueron una serie de conflictos producidos por diferentes detonantes en un período de varios años, siglos. A la necesidad de una representación mínima en las asambleas y la instauración de los tribunos siguieron los conflictos por las restricciones matrimoniales entre los patricios y los plebeyos. Cuando los Decenviros realizaron las 12 tablas y sus leyes en el 449 ac, en la 10ma tabla existía una ley negándole el matrimonio a un plebeyo/a con un patricio/a. Un levantamiento popular ocurrió debido a esta medida y los plebeyos amenazaron con una nueva secessio -varios autores confirman que la secessio se realizó y no fue solo una amenaza-. La solución a esto vino con la Lex Canuleia, la cual permitía el matrimonio entre plebeyos y patricios. El siguiente conflicto ocurrió luego de un período de anarquía, los plebeyos se beneficiaron a causa del débil estado de los patricios. Esto llevó a que los tribunos consulares -tribunos con rango militar- establecieran la Lex Liciniae Sixtiae la cual permitía la postulación y acceso a la oficina más alta, el consulado, a plebleyos.
Tambien se encargaron de establecer restricciones al Ager Publicus -cantidad de tierra que se podía obtener de los territorios conquistados-. El próximo conflicto ocurre aproximadamente cerca del año 287 ac, cuando campesinos empobrecidos piden ayuda al Senado, para poder así liberarse de sus agobiantes deudas, en muchos casos imposibles de pagar. El Senado negó esta ayuda y una nueva secessio toma lugar, trayendo consigo un gran conflicto. El plebeyo Quintus Hortensius es declarado dictador para solucionar el problema -no se sabe exactamente como logró calmar las aguas- y una vez solucionada la tensa situación, logra pasar la Lex Hortensia. Esta ley se toma como la causa que pone el punt final al Conflicto de los Ordenes, ya que le daba la categoría de Ley a los plebiscitos de la Asamblea de los plebeyos y estos debían ser acatados por todos y no solo los plebeyos. De esta manera se logra una igualdad política. Sin embargo los patricios siguieran en una situación privilegiada, y podemos decir que el gobierno pasa de estar controlado por una aristocracia a estarlo por una plutocracia. La igualdad política no es sinónimo de que terminaran los conflictos y las desigualdades, como veremos luego, diferentes detonantes -que entre estos las desigualdades sociales jugarán un gran papel- llevarán a la Crisis de la República -en el último siglo ac- que terminarán con una sangrienta Guerra Civil y poniéndole un fin de la República y el nacimiento del Imperio.
Leyes y logros implicados
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Actualmente existe una considerable cantidad de críticas y revisión hacia los conflictos ocurridos. Una de las principales cuestiones que acarrea dudas a éste asunto es la falta de derramamiento de sangre en las contiendas. Generalmente este tipo de conflictos sociales llevan, incluso en la actualidad como se ha podido observar lo largo del siglo XX en los regímenes comunistas, a revueltas armadas con miles de muertos y no pacíficas secessios. Esto hace que varios de los eventos sean contradictorios ya de por si, haciendo tarea difícil aceptar los recuentos tradicionales de los hechos como veraces. Otro gran motivo de duda es la falta de relato contemporáneo, por las mismas personas del marco de tiempo en que transcurrieron los Conflictos. Nuestras principales fuentes provienen de Tito Livio y Cicerón los cuales pudieron haber interpretado los conflictos desde la óptica de un romano del final de la República, período sumido en conflictos entre las diferentes castas y clases. Razón suficiente como para que interpretasen y relaten los acontecimientos como si fueran conflictos o luchas entre clases.
Varios estudiosos actuales creen que no hubo conflicto en lo absoluto y lo que se dio fue en realidad una base de leyes y ventajas a favor de los plebeyos a medida que evolucionaba la República. Una gran contradicción, quizás la de mayor peso, es encontrda en la ambigüedad de la existencia de la Lex Liciniae Sextiae, la cual establece que los plebeyos puedan postularse al consulado. Sin embargo, si observamos los nombres de los Cónsules anteriores a dicha ley, encontraremos nombres no patricios en gran cantidad, lo que genera discrepancias y dudas actualmente.
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