miércoles, 18 de julio de 2012


el país

NECROLÓGICA:

Juan Miquel, renovador del estudio del Derecho Romano

Catedrático de la Pompeu Fabra, fue un jurista sabio y sencillo

Personas con más autoridad y conocimiento que yo pueden glosar la figura de Juan Miquel González, catedrático de Derecho Romano de la Universitat Pompeu Fabra recientemente fallecido en Múnich a los 75 años. Desde mi modesta posición académica no puedo dejar de reflejar la pena por su muerte y la impresión que me causaron su vida, personalidad y magisterio. Catedrático de Derecho Romano, sucesivamente en La Laguna (1964), en Barcelona (1980) y en la Pompeu Fabra desde 1996, había obtenido doctorados en Valencia, Bolonia y Múnich, todos cum laude y premio o distinción de la Facultad.
Conocí a Juan Miquel en Múnich en 1987. Descubrí a una persona de envidiable vitalidad, curiosidad y generosidad; no sabría decir si hablaba mejor el latín, el alemán o el español. Tenía una cultura y erudición apabullantes que nunca incomodaban; enriquecía la conversación, la charla, la investigación, y mostraba cristalinamente por dónde ir para ser mejor persona, mejor investigador y mejor profesor.
Desde los años sesenta era invitado por universidades españolas, italianas, suizas, japonesas y alemanas (Múnich, Münster, Bielefeld, Francfort, Colonia) para dar conferencias y cursos de su especialidad, el Derecho Romano, que contribuyó magistralmente a modernizar y ampliar. Junto al estudio de las instituciones romanas, con una rigurosa revisión y depuración de las fuentes (su tesis de Múnich versaba sobre errores en la transmisión oral del Digesto), Miquel explicaba la ideología política y la realidad social de la época de Augusto o la lógica estoica subyacente en cierta jurisprudencia romana.
Pero podía enseñar derecho civil a quien fuera y mantener una discusión, siempre afable, sobre inteligencia artificial, nuevas tecnologías y muchas otras disciplinas. Sus estudios sobre la transmisión de la propiedad, la posesión o el rango hipotecario en Roma se proyectaron al derecho actual, muy especialmente al español y al alemán. Para decirlo claro, explicó y reveló aspectos desconocidos del propio código civil alemán a los profesores alemanes. Sus Lecciones de 1984 y sus Quaestiones de 1985 son una referencia para romanistas y no romanistas. La historia del derecho y el derecho comparado encontraron en él una figura muy activa en sus foros y revistas internacionales. Y a los civilistas de hoy les iluminó con su comparación sobre derecho de familia en el Common Law y en los países de derecho civil.
Si supiéramos la mitad de lo que él sabía, la Universidad española tendría futuro. Ahora está sin dinero y sin oremus, prescindiendo de sus mejores doctores, tan ahogada en burocracia y otras zarandajas que uno no sabe muy bien si se permitirá a los profesores Miquel del futuro hacer carrera, lograr un empleo estable, dignamente remunerado y que puedan dedicarse a estudiar y a enseñar. Mis sentimientos están con su hermano José María, otro sabio de la Universidad, y con su familia. Pero mi pensamiento no puede dejar de recordar lo sencillo, brillante, afable, erudito y sabio que fue el profesor Miquel. Era la alegría de saber cada día más y de enseñarlo a los demás.
J. M. Rodríguez Tapia es catedrático de Derecho Civil de la Universidad de Málaga

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